Cosplay vs Televisa


La controversia sobre este capitulo que televisa saco al aire el 3 de agosto sigue causando revuelo, aquí la nota:

La Rosa de Guadalupe. Ofendidos por Televisa

El pozo de los deseos reprimidos

Álvaro Cueva


Qué asqueroso está el tema de la intolerancia en nuestro país. En los últimos días me la he pasado procesando una cantidad de material al respecto, como para que usted y yo nos sentemos y discutamos.

El lunes pasado a media tarde, por ejemplo, comencé a recibir una serie bastante numerosa de mensajes superpeculiares.

Todos afirmaban, con una rabia insólita, que el programa “La rosa de Guadalupe” les había faltado al respeto, que Televisa los había ofendido y cosas por el estilo.

¿Quiénes eran las víctimas de semejante campaña de horror? Los adoradores de la animación japonesa (otakus) y las personas que gustan de disfrazarse como sus personajes favoritos de esas caricaturas (cosplayers).

Yo, la verdad, no entendía porque el capítulo de esa tarde se había tratado de otra cosa hasta que algunos de los televidentes ofendidos me mandaron ligas a diferentes páginas de Internet.

¿Qué era lo que mostraban esas imágenes? Escenas de lo que iba a ser el próximo capítulo de “La rosa de Guadalupe” que, al parecer, se iba a dedicar a los “otakus” y “cosplayers”.

Dicho en otras palabras, todo ese fenómeno de rabia era nada más por los avances de ese programa. Imagínese lo que sucedió el miércoles cuando se transmitió. Odio total.

¿Pues qué fue lo que se presentó en esa emisión? ¿Acaso la Virgen bajó del cielo para condenar a los otakus? ¿Acaso algún chavo fue expulsado de la iglesia por vestirse como Naruto? ¡Qué pasó!

Pasó que en ese episodio de “La rosa de Guadalupe” se abordó el rechazo que muchos de los otakus y cosplayers reciben en diferentes círculos sociales por ser diferentes.

Fue un capítulo precioso donde se apoyó el derecho de estos jóvenes a defender sus gustos y sus ideas, y donde se habló de la necesidad de acercar a los padres de familia, y a la sociedad en general, a esta clase de manifestaciones para que las entiendan y las aprecien.

La verdad, fue un programazo. Por supuesto que su protagonista era una chava a la que le iba pésimo por pensar como pensaba, por vestirse como se vestía y por ser como era.

Pero al final hasta su mamá, interpretada por Yolanda Ventura, acababa disfrazándose como ella para sensibilizar a los demás sobre la importancia del ánime y el cosplay.

En resumen, el episodio del miércoles pasado de “La rosa de Guadalupe” fue uno de los reconocimientos más hermosos que jamás se le han hecho a estas tribus urbanas en la historia de la televisión mexicana.

No entiendo por qué tantas quejas. ¿Sí vieron el capítulo completo? ¿Sí lo entendieron?

¿Qué fue lo que les molestó? ¿Que al principio de la historia al personaje principal le iba como en feria? ¿Pues qué esperaban? ¿Que le hicieran un homenaje en vida nada más porque sí?

Y si hubiera sido así, ¿de dónde hubiera surgido el conflicto dramático que le hubiera dado sentido a esa trama?

“La rosa de Guadalupe” es un teleteatro didáctico tipo “Lo que callamos las mujeres”, sólo que enfocado al mercado juvenil y con la Virgen de Guadalupe como pretexto para la reflexión. ¿Qué pretendían que se dijera?

Yo, como admirador de las animaciones japonesas, me siento profundamente honrado de que un concepto así se haya fijado en lo que me gusta.

¡Qué bueno que el tema se ponga sobre la mesa! ¡Qué bueno que se empiece a discutir! ¡A aceptar!

Lo que se me hace terrible es la intolerancia de los otakus y cosplayers que, desde antes de que se estrenara esta emisión, ya la estaban boicoteando.

¿Cómo pretenden combatir la intolerancia de la que son víctimas? ¿Con más intolerancia?

Tengo 24 años dedicándome al periodismo de espectáculos y estoy tan convencido de que la animación japonesa y los disfraces merecen respeto que, cuando he podido, he tocado el tema en diferentes medios de comunicación.

Pero con todo el dolor de mi corazón le tengo que decir que, la mayoría de las veces, los principales enemigos de los otakus y cosplayers son los otakus y los cosplayers.

Usted no me creería si le contara la cantidad de insultos que he recibido por hablar de un título y no de otro, por haberme equivocado en la pronunciación de un nombre en japonés o por cualquier tontería.

¿Así o más prepotentes? ¿Así o más groseros?

Si los otakus y cosplayers quieren respeto, debería comenzar por respetarse a ellos mismos y por respetar a los demás, especialmente a los que los atienden, a los que sienten curiosidad por su cultura.

Y si tanto les preocupa su imagen, júntense y pónganse a trabajar al respecto. Es muy cómodo asumirse como víctimas y atacar con el cuento de la intolerancia.

¿Pero dónde están sus manifiestos, sus propuestas y sus acercamientos formales con los medios de comunicación? ¿Dónde está su trabajo como comunidad?

El respeto no llega solo, se trabaja y mis queridísimos otakus y cosplayes, si en verdad quieren salir a la luz, van a tener que trabajar mucho. ¿O usted qué opina?


Atte: Karazu

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