Collective Triforce siempre se ha caracterizado por dar crónicas o coberturas precisas, verídicas y concisas, siempre hemos levantado la voz en cuestión a cosas que no nos parecen, apoyado a quien se lo merece, así mismo antes de publicar una nota, nos preocupamos por ver la veracidad y/o realidad de las cosas, sustentándola lo más posible.
Esta nota en ningún momento pretende ofender a cosplayer, otakus ni a ningún otra persona de Cuernavaca, todos los hechos aquí escritos son sustentados y autorizados de publicar por las personas involucradas que nos enviaron su narración de hechos, así como por petición de otras (invitados y/o asistentes) que también sufrieron malos momentos en este evento, no se describirá o mencionaran en esta nota.
Con esto pretendemos darlo a luz, para conocimiento de todos nuestros lectores e interesados, lo que sucedió en este evento y que al parecer se ha repetido continuamente en esta misma por su organizador, y así evitar que este tipo de personas con falta de ética y compromiso quieran usar, lucrar y/o quieran verle la cara a mas cosplayers, otakus, bandas, stands y actores de doblaje.
Esta experiencia nos fue facilitada por: ALEX FONSECA, POR PARTE DEL TEAM CESAR Y PRINCE JACKSON
Era una nublada mañana de sábado, y llegábamos al metro Taxqueña. Los organizadores de la convención “La Macross”, que se llevaría a cabo en el Auditorio Teopanzolco en la bella Ciudad de Cuernavaca, habían invitado al Club Michael Jackson México Oficial a participar en dicha expo, y nos citaron en la Terminal de Autobuses del Sur. La cita era a las 9:00am y tanto nosotros como el Grupo “Fruit Milk” estuvimos puntuales en el lugar convenido. El trato original era que nos proporcionarían alojamiento en un hotel y transporte de ida y vuelta, así como un stand para que expusiéramos material alusivo a MJ y tendríamos dos espacios en la agenda de espectáculos para presentar performances en homenaje a nuestro ídolo.
Era una nublada mañana de sábado, y llegábamos al metro Taxqueña. Los organizadores de la convención “La Macross”, que se llevaría a cabo en el Auditorio Teopanzolco en la bella Ciudad de Cuernavaca, habían invitado al Club Michael Jackson México Oficial a participar en dicha expo, y nos citaron en la Terminal de Autobuses del Sur. La cita era a las 9:00am y tanto nosotros como el Grupo “Fruit Milk” estuvimos puntuales en el lugar convenido. El trato original era que nos proporcionarían alojamiento en un hotel y transporte de ida y vuelta, así como un stand para que expusiéramos material alusivo a MJ y tendríamos dos espacios en la agenda de espectáculos para presentar performances en homenaje a nuestro ídolo.
Alrededor de las
9:12am, apareció un señor más bien entrado en años, muy amable, pero
visiblemente atareado. Se identificó como la persona encargada de
transportarnos al recinto donde se llevaría a cabo el evento. Nosotros teníamos
entendido que abordaríamos un autobús de línea, pero en su lugar nos llevaron
en un minibús, si bien nuevo y apropiado para un viaje así, insuficiente para
el número de pasajeros y la cantidad de equipaje que llevábamos (Recordemos que
se presentaría un espectáculo performance con cambios de vestuario y demás
elementos indispensables).
Una vez habiendo abordado el minibús, el viaje
transcurrió sin mayor contratiempo. Al llegar a un recinto más bien pobre en
stands, bajamos del vehículo y esperamos a que alguien nos recibiera… cosa que
jamás sucedió. Habremos llegado a eso de las 11:00am, y de ahí a alrededor de
las 3:00pm literalmente nadie nos puso la menor atención. Sin haber desayunado
ni comido, nuestra desesperación comenzó a crecer, hasta que por fin apareció un
personaje identificado como miembro del staff por su playera verde con el logo
del evento, y al que tuvimos que abordar nosotros para preguntarle lo que
procedía. Dicho sujeto dijo no saber nada al respecto, y nos pidió de buscáramos
a un tal Alan, quien supuesta mente organizaba el evento.
Después de casi media
hora de correr tras el tal Alan por fin logramos captar su atención por unos
segundos y le preguntamos en dónde estaba nuestro Stand y dónde nos podíamos
empezar a preparar para nuestro espectáculo, que teóricamente estaba agendado
para las 4:00pm. Con la mayor tibieza, Alan nos dijo: “Su show se pospuso para
las 6:00 porque tuvimos un problema con el audio. Ahí están las mesas y las
sillas. Busquen un lugar dónde acomodarse. Y pueden cambiarse en el baño…”
Entre sorprendidos y molestos, no nos quedó más que hacer lo que nos decía y
buscar un lugar dónde poder sentarnos. Se acercaba la hora de nuestro show y
nos dispusimos a prepararnos. 10 minutos antes de las 6:00, ya estábamos listos
para presentar el show y el encargado del sonido ya tenía listas las pistas de
audio a utilizar. Dieron las 6, luego las 6:30… y nuestra llamada no llegaba.
Al 10 para las 7:00 le preguntamos a los conductores y nos dijeron que “podríamos
presentarnos” una vez que terminara el concurso de Cosplay. A las 7:03pm,
cuando ya la gente empezaba a retirarse (ahora ya sabemos, que, molesta por el
incumplimiento de promesas y cancelación de conferencias y de concursos), por
fin tocaba nuestro turno. Todo pareció empezar bien, hasta que a mitad del
segundo track, la reproducción se saltó al tercero. Se suponía que haríamos una
pequeña pausa después del tercer track para un cambio de vestuario y continuar
con el show, pero llegaron los conductores de los concursos a pedirnos un
espacio para terminar con un concurso de cosplay, cosa que nos provocó mucha
molestia, y mientras discutía con ellos, los bailarines ya estaban listos con
el siguiente número. Ya a punto de subir al escenario, el encargado del audio
nos dice que ya no se hará uso de su equipo hasta que no se cubriera la
totalidad de sus honorarios. De manera que no pudimos terminar nuestro show. Ya
más enojados que otra cosa, buscamos al tal Alan para manifestar le nuestra
molestia por lo ocurrido. Otra vez con cara de no importarle absolutamente
nada, el dizque organizador se limitó a oírnos —o fingir que lo hacía— sin
reacción aparente, y al menos una vez, intentó irse y dejarnos con la palabra
en la boca, cosa que no le permitimos.
Pero lo que ya detonó la bomba fue que, cuando le pedimos que nos
llevara a nuestro hotel nos dijo con la mayor tranquilidad: “A poco les ofrecí
hotel?...” De verdad que no lo golpeamos porque Dios es grande…
Al notar que
nuestro enojo se convertía en ira, terminó por ofrecernos su casa para pasar la
noche. Y pues qué podíamos hacer ya? A la salida del recinto, el “organizador”
marcó la parada a dos taxis para que nos trasladaran a su morada. Una parte del
equipo se subió en un taxi y la otra en otro. Sin esperar a recibir
indicaciones, el primer taxi se arrancó para perderse casi inmediatamente entre
las calles aledañas. El segundo taxi —en el que se encontraba “Alan”, y un
servidor— arribó al edificio de departamentos hogar del “organizador”, el cual
se encontraba en una zona no precisamente residencial.
Una vez que pudimos
comunicarnos con los ocupantes del primer vehículo, nos dijeron que el
conductor del taxi los había tratado con la punta del pie y les dijo que si no
sabían a donde iban para qué se subían, a lo que le contestaron que debió haber
esperado a que le dieran indicaciones de cómo llegar. Sin más, el conductor del
taxi ¡los bajó de la unidad! En medio de la noche y en una zona poco transitada
y totalmente desconocida para nuestra gente. Afortunadamente no pasó a mayores.
Los localizamos vía celular, abordaron otro taxi al cuál se le dieron
instrucciones para llegar a su destino, y 20 o 30 minutos después, la primera
tanda de bailarines llegó ilesa a casa de “Alan”.
Ahora, yo pienso que si al
menos se hubiera tomado la molestia de llevarnos a TODOS en la camioneta, no habría
pasado tal cosa, no creen? Una vez dentro de su domicilio, el “organizador” nos
entregó las llaves y literalmente nos botó en su casa. Para esto, ya eran las
11:00pm, y moríamos de hambre. Nos aventuramos a salir y cenamos en una
taquería que estaba enfrente de la casa de este individuo, cena que, desde
luego, tuvimos que pagar de nuestra bolsa. Al regresar, había una pandilla de
“cholos” en la entrada que no nos vieron con buenos ojos a la hora de cruzar la
puerta. Por fin pudimos descansar un poco, pero la primera persona que necesitó
usar el sanitario se llevó la sorpresa de que ¡no había agua! Con todo el dolor
de nuestro corazón, tuvimos que vaciar su garrafón de agua purificada para
echarla al retrete.
Ya francamente cansados y hastiados, uno a uno fuimos
cayendo presas del sueño. A la mañana siguiente, a eso de las 10:00am, llamamos
al “organizador” para informarle sobre la falta de agua en su domicilio y
exigirle una solución. Con la ya característica calma (o “valemadrismo”) que lo
describen, pidió que uno de los miembros del equipo subiera a buscar a no sé
quién a otro departamento para que encendiera la bomba, cosa que tuvimos que
hacer si queríamos hacer uso del retrete, ya no digamos bañarnos. Nunca
encontramos a la persona supuestamente encargada de encender la bomba, y
tuvimos que volver a llamar al buen “Alan”, quien dijo que en un momento más
llegaría a intentar solucionar el problema.
A eso de las 11:45am, el señor
“organizador” se dignó aparecer en su domicilio, acompañado del amable
caballero que nos transportó del DF a Cuernavaca, quién resultó ser su papá.
Aparentemente no logró solucionar la situación de la falta de agua, de manera
que nos ofreció llevarnos al hotel a donde se habían quedado el resto de los
invitados —y en el que se suponía nos íbamos a quedar también nosotros— a hacer
uso de las habitaciones ocupadas para bañarnos (¿?) (¡!).
Sin más opción que
acceder, nos dispusimos a abordar el minibús y fuimos llevados al hotel. Una
vez ahí tuvimos que pedir permiso a los cosplayers ahí hospedados, quienes
amablemente nos permitieron asearnos en sus habitaciones. Y justo cuando
creíamos que no podía ponerse peor, llega el buen Alan a pedirnos que nos
apuráramos a arreglarnos porque las habitaciones vencían a la 1:00pm. Eso fue a
las 12:20 Cabe mencionar que dejamos algunas de nuestras cosas (mochilas,
bolsos, chamarras) en el citado minibús, porque asumimos que nos esperarían a
que termináramos de asearnos, ya que nuestra presentación del domingo estaba
agendada para la 1:00pm. Al salir de la habitación, me encuentro con que Alan
“había dejado dicho” que regresaba por nosotros a la 1:30. Y así dio la 1:30, y
las 2:00, y las 2:30… y de Alan ni sus luces. Y, para variar, nosotros con
hambre, y esta vez sin posibilidad de ir a comprar algo de comer por nuestra
cuenta, ya que se llevaron nuestras carteras y monederos en el minibús.
Decidimos que definitivamente ya no nos presentaríamos, y algunos de los
muchachos se metieron a la alberca.
A las 3:09pm, aparece el papá de “Alan”, y se molesta porque
no estamos listos y esperando para abordar la unidad. “Bueno, al rato regreso
por ustedes”, dijo el señor, y dio la media vuelta para irse de nuevo.
Afortunadamente pude interceptarlo y hablar con él sobre lo sucedido. Acordamos
que nos llevaría de nuevo al recinto donde se llevaba a cabo la convención para
hablar por enésima vez con Alan y finiquitar el asunto. Llegando al edificio,
literalmente tuvimos que formarnos para poder hablar con el fabuloso
“organizador”, dado que mucha gente le estaba reclamando por diversos
incumplimientos. Una vez llegado nuestro turno, tuvimos que soportar de nueva
cuenta la actitud despreocupada y tibia del ya tristemente célebre “Alan”. Le
dijimos que ya lo único que queríamos era que nos llevaran de regreso al DF, a
lo que firmemente contestó que no era posible, sino hasta después de las
8:00pm. Para ese punto ya estábamos más que furiosos, pero guardamos la
compostura, y le dijimos que al menos nos invitara a comer, a lo que accedió a
regañadientes. Habló con uno de los miembros del equipo y le pidió alegremente
que pagara todo, y le dijo que al siguiente fin de semana le devolvía el monto
de la comida. Obviamente mi compañero se negó rotundamente y le insistió hasta
que le dio el efectivo. Quinientos pesos… Para OCHO personas…
Mientras
bajábamos nuestro equipaje del minibús para dejarlo encargado en la taquilla,
pude ver al papá del “organizador” regañándolo enérgicamente. Todo lo que pude
escuchar fue “Llévalos tú”. Acto seguido, el buen “Alan” nos llevó en el
minibús a un centro comercial, en donde una vez más intentó presionarnos para
comer rápido, porque, según dijo, había que ir a dejar a un grupo de cosplayers
de vuelta al DF. Cuando nos sentamos a comer, el cuate estaba ahí parado como
soldado y decidimos mejor decirle que se fuera y que regresara por nosotros en
cuanto volvieran de de dejar a los cosplayers. Acordamos que llegaría por
nosotros a la plaza a las 7:00pm, pero, como ya se han de imaginar, esto no
sucedió. Una vez que abandonó el área de comida rápida, se soltó una lluvia
torrencial y asumimos con resignación que no llegarían por nosotros a la hora
convenida. A las 7:40, después de varios intentos fallidos, pudimos
comunicarnos con él, y nos dijo que su papá le había llamado para informarle
que había habido un accidente en la carretera y no llegaría antes de las 8:30.
Al recibir la información, nos dispusimos a tomar un taxi de vuelta al recinto
y una vez ahí no perdimos de vista al flamante “organizador”, con sincero miedo
a que nos fueran a dejar abandonados. Mientras esperábamos a que llegara el
minibús por nosotros, seguimos viendo una larga fila de inconformes
persiguiendo a “Alan” para reclamarle. Por fin llegaron por nosotros, y, a las
9:25pm, al fin enfilábamos de vuelta a la Ciudad de México.
Nos dejaron en la
Terminal del Sur a las 10:55pm, y una vez ahí, cada miembro del grupo tomó
rumbo hacia sus hogares. Y fue así como vivimos nuestra accidentada travesía al
soleado estado de Morelos, y fuimos víctimas de gente que tristemente no tiene
la menor idea de cómo organizar una convención, ni de cómo tratar a sus
invitados.
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